Diarios de una exploradora

Marruecos: El Laberinto de Fez y el Retorno a la Vida Orgánica

Un laberinto que me obligó a abandonar la lógica y rendirme al caos hermoso del Magreb.

La medina de Fez me absorbió por completo. Dejar el coche fue dejar la lógica, la velocidad y el mapa. Es una de las ciudades medievales más grandes del mundo, un laberinto donde la navegación es imposible sin rendirse al instinto. Sentí que Fez era un organismo vivo, respirando bajo una capa de polvo y especias.

Tuve que aprender a negociar no solo precios, sino también el camino, el tiempo y las expectativas. Observé el trabajo de los curtidores, un proceso ancestral, duro y bellísimo. Me recordó que la vida orgánica es visceral. Marruecos te enseña la virtud de la paciencia en el caos y el valor de lo humano frente a la máquina.

Si su mente está demasiado ordenada, vaya a Fez. El laberinto le obligará a confiar en sus sentidos y a recordar que la vida es más rica en el desorden.

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